miércoles, 25 de mayo de 2011

Hoy, como muchos otros días, he ido a tomar algo con dos de mis personas favoritas. Mi hermano (por mucho que no le aguante) y mi tío (por mucho que le aguante). Nuestra conversación ha derivado desde la situación económica actual –mi hermano-, la evolución de las sociedades y la biología –mi tío-, la reforma que considero indispensable en la educación –yo-.
Este año es cuando más he notado que la universidad ha sido una decepción. La literatura que era lo que más me gustaba, no me ha enseñado nada nuevo, sí, a entender poemas del siglo XVI y poco más. Leer ya sabía.
Me da la impresión de que la educación, hoy en día, se centra en el mínimo esfuerzo. La ESO es un cachondeo padre. No apruebas, ¡no pasa nada! Ya te aprobamos nosotros. La universidad, cursos de inglés del CCC.
No sé si es porque está mal visto esforzarse, o porque quieren hacernos sentirnos listos, pero de verdad, que no funciona. Una persona muy importante para mi personifica el fracaso escolar, no por falta de “inteligencia”, si no por falta de retos. Es una persona a la que no le cuesta nada recordar cosas, no le cuesta estudiar. Pero tampoco la han incentivado para ir más allá. No le han enseñado a esforzarse, no le han puesto retos. ¿Para qué iba a estudiar si con mirárselo la noche de antes sacaba 10? No sé si es un problema de los padres o de los educadores, o de ambos.
También es bastante utópico que se puedan subsanar estos problemas, pero creo que intentar medir a todo el mundo por el mismo rasero no funciona. Por ejemplo, si una persona memoriza fenomenal pero no es tan buena razonando, regurgitará información perfectamente, pero fallará en aquellas pruebas que requieran un pensamiento más abstracto.
Pero claro, es sólo mi forma de pensar.
Una de las conclusiones a las que hemos llegado esta tarde, arreglando el mundo, ha sido que se necesitan tres pasos: [in]formarse, pensamiento crítico, feedback. Y esto no se enseña. Lo que se enseña es: escuchar, estudiar, vomitar conocimientos (de acuerdo a los requisitos de los profesores).
Me parece un poco triste que hayan tenido que pasar 6 años para que me hagan ver que si no encuentro retos, me los ponga yo. Me dijo una profesora: “si leer no te cuesta, ¿porqué no haces una evaluación crítica de las obras cuando las hayas terminado?”. Y fue esa mágica pregunta la que me ha abierto un nuevo camino mental, si se puede llamar así.

Y para terminar, una de las mejores imágenes que he visto últimamente.
Junto con uno de los mejores vídeos (aunque este lo conozco desde hace más tiempo).



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